Mi
nacimiento y los primeros años de mi vida.
Faltan
algunos días para cumplir 17 años y como nunca siento la necesidad de escribir
sobre los primeros años de mi vida. Mi padre se llama Carlos María Bounaparte y
nació en Ajaccio (Córcega) y estudió Derecho en Roma. Al iniciarse la guerra independentista contra
Génova, mi padre, se hizo a las armas y se hizo amigo de Pascual Paoli, el
líder independentista corso. En 1769 la isla fue vendida por Génova a Francia,
quien se convierte así en la opresora. En Mayo de ese año mi padre y los corsos
fueron derrotados; un mes más tarde logra salir Paoli y unos cuantos fieles
hacia Italia.
Es
el 15 de agosto de 1769, en que se
produce mi nacimiento, cuando mi madre, de apenas veinte años, hubo de
detenerse en la Costa debido a su avanzado estado de gestación y no pudo
continuar con mi padre, en su huida. Para mi madre empezaba la etapa de madre
ahorrativa y prudente; pues ya tenía dos hijos mi hermano José y yo, cuya
diferencia de edad era solamente de un
año.
Mi
padre se identificaba como conde Buonaparte. Era hermano del archidiácono de la
catedral quien vivía en buenas condiciones económicas y su nombre era Luciano. Al
perder la guerra contra los franceses se decide, como perteneciente a la
nobleza, colaborar con los extraños. De tal forma es nombrado como asesor en
los nuevos tribunales luego como superintendente de unos viveros.
Cuando
yo tenía 11 años mi padre junto con sus dos hijos mayores, José y yo, parte rumbo a Versalles, pues era el presidente de
la diputación corsa y debía poner fin a las continuas disputas entre los
generales Marboeuf y Pelet que eran los dos gobernadores de la isla de Córcega.
Y es en París donde su título italiano
de nobleza es confirmado por el Colegio Heráldico. Del mismo modo el rey Luis
concede al funcionario corso un donativo de dos mil libras, recompensándolo por
sus diez años de servicio leal. Mi hermano José ingresa en un colegio dispuesto
a seguir la carrera del sacerdocio y yo me inscribí en la Real Academia Naval
de Brienne. Por aquel tiempo, yo era un niño
taciturno, menudo de cuerpo, tímido y solitario, al que no le agradaban mucho
las letras, razón por la cual no podía escribir correctamente ni el francés ni
el italiano. En mi pecho hervía el rencor contra Francia y los franceses, que
habían arrinconado a mi patria. En la academia se burlaban de mi parquedad de
recursos económicos y mi altivez característica. Cinco años más tarde, término
mis estudios allí, destacándome en matemáticas, historia y geografía; sin
embargo, debo reconocer que mi debilidad estaba en el estudio del alemán, en
danza, dibujo y trazado de planos.
Un
tiempo después de ingresar en la academia militar, mi padre marchó al sur de
Francia para consultar a un médico, ya que padecía un intenso dolor gástrico y
con la dieta de peras recomendada por el médico personal de María Antonieta no
había sentido mejoría. Llegado a Montpellier es atendido por varios doctores
expertos en hierbas medicinales, quienes no pudieron curarle de lo que
suponemos fue una cirrosis gástrica o un cáncer de estómago. Luego de haber
escrito en vida varias obras antirreligiosas, vista la proximidad de la muerte,
pide ver a un sacerdote y fallece el 24 de febrero de 1785, cuando yo ya tenía
16 años.
Pero,
cuando analizo la situación de mi padre, llego a la conclusión que no debió
haber pactado con los franceses, pero bueno, es algo que ya pasó, es una situación vivida. Ahora tengo que sacar
del rey todo lo que pueda de tal forma que llegada la hora pueda utilizar
contra él y su odiosa nación todo lo aprendido. Por eso leo con fruición sobre historia de mi Córcega,
pero también me apasiona Voltaire y a Rousseau, y las biografías de los grandes
hombres
A
mis 16 años a costa de esfuerzo y sacrificio me he convertido en subteniente y
estoy seguro que mis acciones futuras darán mucho de que hablar.
Por Ana Consuelo Yovera Espinoza